Niños y Autonomía. Hoy hablamos de la importancia de ser personas autónomas y de cómo, a través de vuestra manera de educar y de relacionaros con vuestros hijos, podéis ayudarles a que lo sean.
Antes de nada, veamos por qué es tan importante la autonomía.
La autonomía es la base del desarrollo sano y positivo del autoconcepto que cada persona tiene de sí misma.
Una persona que se percibe capaz, se valora de manera positiva, lo que hará que sea más fácil que se quiera y se cuide a sí misma ( es decir, que tenga una buen autoestima). Por lo tanto, el objetivo de ayudar a vuestros hijos a ser autónomos es finalmente, que tengan un buen concepto de sí mismos, para que se quieran y se cuiden.
Es importante no confundir términos. Ser autónomo no significa no necesitar ayuda o ser una persona individualista o solitaria, no. Significa saber valerse por sí mismo y pedir ayuda cuando se necesita. Las personas autónomas saben que es normal tener fallos y debilidades y que no por ello se es mejor o peor persona. Conocen y aceptan sus limitaciones y se sirven de sus habilidades para compensar los defectos. Mantienen relaciones sociales basadas en la confianza y el cariño y no en la dependencia. Las personas autónomas se sienten capaces de intentar, de buscar, de probar, de experimentar.
Una vez conocida la relevancia de la autonomía por saber que ayuda al desarrollo de un autoconpecto y una autoestima positivos, veamos 5 pautas que podéis seguir en vuestro día a día para ayudar a que vuestros hijos sean personas autónomas:
1. Estableced las normas que queréis que se cumplan en casa y explicádselas claramente a los niños para que se acostumbren a cumplirlas desde pequeños. Será esencial que las normas de la casa se cumplan por parte de los adultos también, si no, los niños no lo tomarán en serio. Ejemplo: “Quiero que se acostumbren a ponerse las zapatillas de estar en casa cuando lleguen de la calle”. Si queremos que los niños aprendan a hacerlo, deberemos ser el modelo a seguir y hacerlo nosotros.
2. Dadles responsabilidades acordes a su edad. A menudo, tendemos a hacer las cosas nosotros mismos, para ir más rápido, para no tener que estar detrás de los niños,por pena al pensar que les cuesta…Pero realmente, cuando damos pequeñas responsabilidades a un niño, enseñándole a hacer por sí mismo tareas accesibles para su edad y le instamos a que lo intente aunque le cueste, podemos conseguir varias cosas positivas a la vez: por un lado, le inculcamos la valía del esfuerzo y el valor del proceso y no sólo del resultado. Además le demostramos que confiamos en su capacidad de realizar tareas por sí solo. Por último, alimentamos su motivación para enfrentarse a nuevos retos y novedades del día a día. Algunos ejemplos de tareas adecuadas a cada edad, pueden ser: con 3-4 años, recoger los juguetes o llevar su ropa sucia al cesto. Con 6 años, hacer su cama o poner la mesa. Con 9 años, ir a comprar el pan, dar de comer a la mascota o elegir la ropa que se pone cada día. Con 11 años, mantener su armario colocado, preparar la merienda o sacar de paseo al perro.
3. A la hora de explicar las tareas asignadas, hacedlo de manera positiva, nunca como un castigo ni con gritos o amenazas. Ejemplo: “cariño, estamos seguros de que eres capaz de hacer estas tareas y muchas más. Nos encanta ver cómo aprendes y te esfuerzas para hacerlo cada día mejor”.
Cuando sean algo más mayores, a partir de los 8 años, podéis darles a elegir entre varias tareas, para que ellos elijan la que más les motive.
4. Ayudad a vuestros hijos a que aprendan a buscar ellos mismos las posibles soluciones a sus dilemas del día a día. Es muy normal que cuando un niño llega preocupado por algo, tendamos a darle la solución para que se encuentre mejor y a decirle lo que tiene que hacer para que no le vuelva a pasar. Además solemos elegir por ellos las mejores alternativas y les solucionamos sus dilemas para evitarles malestar. Esto se hace con la mejor intención, pero no es del todo positivo. Cuando vuestro hijo ya tiene capacidad de razonar, será mucho más beneficioso que le acompañéis en su malestar, por supuesto, y que le ayudéis a que él mismo piense el porqué de ese problema y las posibles soluciones al mismo. Así le estáis ayudando a desarrollar la capacidad de pensar y buscar soluciones en su día a día, haciéndole menos dependiente y más seguro de sí mismo. Ejemplo: “Vaya, así que te has peleado con tu amiga porque tú querías jugar a una cosa, ella a otra y no os habéis puesto de acuerdo, ¿cómo crees que puedes arreglarlo? ¿qué se te ocurre que puedes hacer para que no os vuelva a pasar? Venga, pensemos cómo solucionar este problema que te hace sentir mal”.
5. Dejad que vuestros hijos participen en algunas decisiones familiares y sobre sus propias cosas. En base a su edad, las decisiones en las que puedan opinar y participar serán de mayor o menor relevancia. No siempre se hará lo que ellos propongan, pero darles la oportunidad de opinar les hará sentirse parte importante de la familia. Cuando se trata de sus cosas, cuando ellos eligen, se muestran más motivados a la hora de hacer las cosas. Ejemplo: “tienes que hacer los deberes cada tarde ¿ qué prefieres, hacerlos antes de merendar o después?”.
Llevar a cabo estas pautas no siempre es sencillo, ya que requiere paciencia y tiempo y el día a día a veces nos hace coger el camino más sencillo, corto o cómodo. Sin embargo, tened muy seguro que merece la pena invertir vuestro tiempo y buen hacer, para que vuestros hijos crezcan confiando en sí mismos y en su enorme capacidad para conseguir aquello que se propongan.
Los padres tenéis la enorme suerte de ser la fuente de motivación y aprendizaje de vuestros hijos y eso es un privilegio que no podéis desaprovechar.
Itziar Sainz-Pardo Fernández- Díez
Ilustración: Johanna Wright
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